100 años Santa Coloma

Cien Años de Santa Coloma
Por David Díez Hernández. Publicado en el fanzine El Aficionado de la Cabaña Brava

 

Se cumple un siglo desde que en 1905 uno de los mas prestigiosos, inteligentes y preclaros ganaderos que ha dado nuestra Tauromaquia, el conde de Santa Coloma, formara su ganadería uniendo la rama lesaqueña de Saltillo con la murubeña de Ibarra. Hoy, cuando el toro "santacolomeño" es cada día mas raro de ver en una plaza de toros debido a su comportamiento encastado, creemos justo el homenajear a este ganadero recordando la trayectoria de este encaste durante sus cien primeros años de existencia.

 

Hace un siglo, en 1905, nuestro protagonista, el conde de Santa Coloma, adquiría a Manuel Fernández Peña la mitad de la ganadería de Eduardo Ibarra, a la que adicionaba un lote propiedad de Rafael Rueda Osborne, marques de Saltillo. Como es sabido ambas ramas derivaban de un mismo tronco: el de Vistahermosa.

 

Así, tanto los "murubeños" de Ibarra como los "lesaqueños" de Saltillo procedían de un mismo tronco común a pesar de que ya para principios del siglo pasado presentaban diferencias sustanciales tanto en su morfología como en su comportamiento durante la lidia.

 

Los toros "lesaqueños" eran fundamentalmente cárdenos y negros, dándose muy poco los berrendos y castaños. Como anécdota reseñar que un 3 de octubre de 1859 se lidiaban en Madrid seis "saltillos" que tomaron la nada despreciable cantidad de 79 varas, provocando 20 caídas de picadores y matando 8 caballos. Por otra parte, también la rama "ibarreña" atesoraba una trayectoria legendaria en la que destacó sobremanera el toro "Marismeño", lidiado en Ronda en 1864, que tomaba 58 varas, matando a 9 caballos. Nuestro protagonista, el conde de Santa Coloma, buscó desde el primer momento el combinar las mejores características de ambas procedencias, llegando a forjar una de las estirpes fundamentales en la genealogía del toro bravo actual. El mismo en persona dirigía todas las operaciones de su ganadería que pastaba en tres cercados rebosantes de hierba situados en la llamada Isla del Guadalquivir (Sevilla) y denominados "Los Cesteros", "La Compañía" y "La Cascajera".

 

Eran estos los mismos pastos en los que se habían criado los "saltillos" y los "ibarras" desde finales del siglo XIX. Se puede afirmar que el éxito del Conde de Santa Coloma se basó tanto en integrar la bravura oriunda de los toros de Saltillo con la buena clase y regularidad de las reses de procedencia Ibarra, como en descartar o eliminar los aspectos negativos de ambas ganaderías, que en el caso de las reses procedentes de la antigua ganadería de Eduardo Ibarra eran, básicamente, su tendencia a mansear y pararse durante la lidia y el caso de los "saltillos" su exceso de genio así como su desarrollado sentido.

 

Durante años, distintos tratadistas de prestigio sostuvieron mas de una polémica acerca de
la posibilidad de que el Conde de Santa Coloma hubiera mantenido por separado las ramas
"ibarreñas" y "saltillo", algo que a día de hoy parece absolutamente descartado atendiendo a las evidentes diferencias existentes entre las reses "santacolomeñas" y sus hermanas derivadas
de Parladé. En todo caso, se puede afirmar que la obra póstuma del conde consistió en la creación de un toro extraordinariamente bravo y encastado, que acometía de forma exhaustiva hasta que moría, prácticamente de pie.

 

Era además un toro muy inteligente, con ojos de gran vivacidad y fijeza y mirada inquietante y agresiva, genio vivo y enorme prontitud en la embestida, con lo que no daba mucho tiempo a pensar a los toreros. En cuanto a su morfología señalar que la raíz "ibarreña" aumentó la talla general de estas reses mientras que la "asaltillada" proporcionó un fenotipo de toro de mediano esqueleto, degollado de papada y caras chatas con hocico afilado ("cara de rata"). Por supuesto que también en las capas se aprecia la simiente de las dos ramas que forjaron este encaste: inequívocamente negras la herencia "ibarreña", cárdenas en distintos grados las reses "asaltilladas".

 


 
Entre los mas frecuentes señalar los entrepelados, salpicados, bragados, luceros, caribellos...

 

 

LA CONSOLIDACIÓN
A partir de los años cincuenta, los "santacolomas" de Buendía incrementan su prestigio y se ven anunciados en las principales ferias, tanto españolas como francesas. Su comportamiento noble y regular en un fondo de indudable casta hace que destacadas figuras del toreo como Luis Miguel, Girón o Pepe Luis se apunten con frecuencia a lidiar estos toros, aunque es a principio de la década de los sesenta cuando surge con fuerza un nombre que para siempre quedará asociado con el encaste "santacolomeño": el de Paco Camino.

 

El gran maestro de Camas cimentó su carrera estoqueando nada menos que 226 toros de las ganaderías de Joaquín Buendía y Felipe Bartolomé llegando a ser considerado un auténtico especialista en el encaste "santacoloma", encaste con el que consiguió sus mas importantes triunfos.

 

Queda para el recuerdo en la historia de la Tauromaquia la fecha del 6 de junio de 1970, día en el que Camino alcanza la cima de su carrera artística en Madrid con una encerrona benéfica en la que, entre otros, estoquea dos "buendías", uno con el hierro titular y otro, sobrero, con el de Bartolomé.

 

La década de los años sesenta y setenta pueden considerarse como las de la consolidación de la ganadería. Muy ligados en esos años a la casa "Chopera" los "buendías" se hicieron indispensables en las ferias del norte de España, siendo habitual su presencia en cosos como los de Bilbao, Logroño, Zaragoza, Tudela... En estos años Joaquín Buendía continuó consolidando la línea de "toreabilidad" de su ganadería, haciéndola del gusto, incluso, de matadores de marcada sensibilidad artística como es el caso, por ejemplo, de Manzanares, "Antoñete" u otros. Otra de las consecuencias del buen momento que atravesó esta ganadería durante estas décadas fue que hacia ella se dirigieron un gran número de ganaderos de todo el mundo taurino en busca de "simiente" de calidad con la idea de refrescar sus ganaderías o, en muchos caso, de crear nuevas vacadas.

 

Por último, resaltar que en 1966 los hijos de Joaquín Buendía, los hermanos Buendía Ramírez de Arellano, adquirían la ganadería que le correspondiera en herencia a Consuelo Ramos-Paul Dávila, de procedencia "villamarta".

 

Con esta adquisición la familia Buendía constituyó la ganadería denominada "La Quinta" integrada en su totalidad por ganado "santacolomeño" de la casa.

 

Durante los años en que la familia Buendía gestionó esta ganadería, sus productos, tanto en morfología como en comportamiento durante la lidia, siguieron fielmente el patrón de la ganadería matriz de Joaquín Buendía.

 

Finalmente, en 1988 la familia Buendía vendía la ganadería de "La Quinta" a Alvaro Martínez Conradi el cual conservó tanto el ganado como el hierro, divisa y señal de la antigua ganadería de Consuelo Ramos.

 

También los años ochenta resultaron triunfales para la ganadería de Joaquín Buendía, con abundantes triunfos como el logrado en Madrid en 1982 con el novillo de nombre "Volador" o con el toro de nombre "Remolón" jugado en Bilbao en 1985.

 

Es en esta década cuando comienza a observarse un cierto "agigantamiento" de los "buendías", lo que hace que, quizás por la exigencia de lidiar en plazas de exigencia "torista", a partir de mitad de los ochenta no resulte infrecuente el encontrarse en esta ganadería con reses grandes y con bastantes pitones, aunque siempre dentro de la estructura morfológica clásica. En todo caso, la condición de brevilíneos de estos toros hace que el destino natural de la mayor parte de las
camadas se destine a plazas de segunda y tercera categoría, plazas en las que los "santacolomas" pueden lucir mejor sus cualidades.

 

Finalmente, los años noventa no resultaron del todo positivos para la ganadería de Joaquín Buendía, que vió rota la regularidad marcada durante mas de cincuenta años de trayectoria ganadera. Quizás por haberle echado mas agua al vino de lo deseado los "buendías" comenzaron a mostrarse apagados y bajos de casta, hecho que derivó en una importante pérdida de cartel de la ganadería. Tanto es así que en este periodo tan sólo merece destacarse al toro de nombre "Callejero", galardonado con la vuelta al ruedo en la Aste Nagusia bilbaína de 1990.
EL FUTURO
En 1996 Joaquín Buendía decide repartir la ganadería entre sus trece hijos. Para ello divide la vacada en tres lotes en cada uno de los cuales incluye doscientas reproductoras y un tercio de los sementales de su ganadería. De este modo, el hierro de Santa Coloma y la finca "La Amarguilla" pasaron a manos de María Luisa, José Luis y Joaquín Buendía quedando este último como titular de la ganadería ante la Unión de Criadores (U.C.T.L.) bajo la denominación de "La Amarguilla". Posteriormente, en 2002, los derechos, divisa y señal de esta ganadería pasan a propiedad de la sociedad Perinal S.L. quién cambia la denominación por la de Ganadería San Miguel sustituyendo el ganado por otro de procedencia "nuñez".

 

 

Otra de las partes de la ganadería de Joaquín Buendía, junto con la finca denominada "San José de Bucaré", fue a parar a manos de Carmen, Elena, Concha, Pilar, Rocío y Javier Buendía, que es quién actúa como responsable de este tercio de "buendías" herrados bajo la denominación de "Bucaré". Se trata de la parte mas activa de las tres en que se dividió la vacada matriz de Joaquín Buendía pues al poco de formarse atesora ya resultados mas que esperanzadores.

 

En este sentido podemos destacar, por haberlas vivido en primera persona, las dos interesantes novilladas lidiadas por esta ganadería en nuestra plaza de toros de "La Misericordia" de Zaragoza durante las temporadas 2001 y 2002. La primera de ellas, lidiada el 1 de julio de 2000, y estoqueada por "Paulita", Ricardo Torresy Rafael de Julia resultó, en conjunto, la mejor de la temporada zaragozana de aquel año tanto por presentación como por juego. Con un peso medio de 521'33 Kg. y con dos utreros aplaudidos de salida, la novillada sorprendió por su corpulencia y altura, a pesar de lucir una cómodas cabezas.

 

En cuanto a su juego se puede resaltar que cumplió mas que sobradamente en varas, viniéndose arriba en banderillas y embistiendo con franqueza en la muleta. La segunda cita en Zaragoza la cumplimentaba la ganadería de "Bucaré" en la Feria del Pilar de 2001, concretamente un cinco de octubre. Sin alcanzar el buen nivel del año anterior la novillada también dejó un buen sabor de boca entre los aficionados pues disfrutamos con el juego de un lote de utreros grande -¡dos fueron desechados en el reconocimiento previo por pesar, nada menos, que 597 y 618 Kg!- con edad, parejo de hechuras y cómodo de cabezas que a la postre desarrolló un juego entretenido aunque con cierta tendencia a la sosería y la mansedumbre. Por otra parte, también el pasado año 2004 resultaba positivo para la vacada de "Bucaré" al lidiar con resultados positivos dos serios lotes de utreros en las ferias de Algeciras y Arganda del Rey.

 

La tercera y última de las partes en que se dividió la ganadería de Joaquín Buendía, junto a la finca "La Rehuelga", pasaba amanos de Mari Cruz, Luis Felipe Juan Carlosy Rafael Buendía, quedando este último como representante de la ganadería denominada "Rehuelga". Esta parte de "buendías" está prácticamente inédita hasta el momento por lo que no se puede aventurar cual puede ser su trayectoria en un inmediato futuro.

 

Este es el legado de un siglo de casta heredado de la locura ganadera de un genial y romántico amante del toro bravo como fue el Conde de Santa Coloma. Por desgracia, y salvo que se produzca un milagro, el toro "santacolomeño" parece inexorablemente abocado a desaparecer de las plazas de toros españolas debido a su casta e incomodidad para el toreo moderno. Hoy, lo que hace treinta años era un amplio y diverso panorama de ganaderías oriundas de cualquiera de
las diversas ramas derivadas del tronco común de la vieja ganadería del Conde de Santa Coloma, ha quedado reducido prácticamente a la nada perdurando como exponente de esta legendaria sangre únicamente un pequeño ramillete de hierros.

 


LOS OTROS "SANTACOLOMAS"

 


A continuación trataré de diseccionar la desigual trayectoria de las distintas ramas ganaderas originadas a partir del legado inicial del Conde de Santa Coloma.

 

Uno de los valores fundamentales en el encaste "santacolomeño" ha sido, y es, su gran diversidad. Nada menos que hasta en cincoramas diferentes -Albaserrada, Coquilla, Graciliano, Pérez de la Concha y Buendía- se desarrolla actualmente el legado ganadero creado hace un siglo por ese gran romántico que fue el Conde de Santa Coloma. Eso sí, con tristeza se puede afirmar que de estas cinco "partes", actualmente tan sólo dos -las originarias de las numerosas ventas de machos y reproductoras efectuadas por la familia Buendía desde que se hizo cargo de la ganadería de Santa Coloma y la de Albaserrada- tiene garantizado el futuro con mas o menos seguridad. El resto, sino extinguidas, si resultan prácticamente marginales en la actual cabaña de bravo española.

 

A continuación trataré de analizar el origen y realidad presente de cada una de ellas:

 

MARQUES DE ALBASERRADA (1912)
Como he señalado anteriormente el Conde de Santa Coloma "fusionó" reses de las ganaderías de Ibarra y Saltillo para dar así forma a su ganadería. Inicialmente, el toro de Santa Coloma recibió una influencia negativa de la parte de Saltillo, un toro que era mas fino, pero que resultaba de peor conformación e inferior trapío. Queriendo limitar esta influencia negativa el Conde de Santa Coloma vende, en 1912, la mayor parte de su vacada de origen "saltillo" a su hermano, el Marqués de Albaserrada. Este la mantiene en su poder hasta su fallecimiento en 1920, pasando después a manos de la familia Bueno- Calvo de quién pasa a sus hijos, los hermanos Escudero Calvo, los cuáles la mantienen en propiedad hasta 1961, año en que ante las serias dificultades que encontraban para poder colocar en el mercado sus "albaserradas" venden la ganadería a quién, tan sólo unos pocos años después, sería considerado como el ganadero mas importante del siglo XX: Victorino Martín Andrés.

 

Mucho más espacio que todo el reservado a este artículo me ocuparía el analizar la importancia de Victorino Martín como ganadero y comunicador en la Tauromaquia de finales del siglo XX y principios del XXI. En todo caso si que como aficionado es de recibo agradecerle a esta ganadería las grandes tardes de toros que nos ha brindado en las cuatro últimas décadas, reconociéndole,
asimismo, el servicio prestado a la Fiesta con la crianza de un toro de lidia íntegro y encastado. Pero volviendo a los orígenes señalar que tras adquirir Victorino, en 1961, el primer lote de la ganadería de los hermanos Calvo -concretamente el correspondiente a Florentinapoco a poco se fue haciendo con los lotes del resto de hermanos - Josefina y Antonio- completando en 1965 la compra con la adquisición del viejo hierro y divisa del Marqués de Albaserrada.

 

De la ganadería de Victorino Martín, portadora en su sangre del legado histórico de los "albaserradas", se han producido dos escisiones a lo largo de estos últimos cuarenta años. La primera, acontecida en 1976, se consuma al adquirir un íntimo amigo de Victorino, Leopoldo Picazo, un pequeño lote de 35 vacas y un semental. Este lote, tras pasar brevemente por varias manos -Fernández Duran, Vergara y Felino Fernández-, llega en 1981 a poder del ganadero madrileño José Escolar, cuya familia lo mantiene en la actualidad, eso sí, tras haber
refrescado la ganadería con ganado de origen "santacolomeño" propiedad de Paco Camino.

 

La otra escisión -partición habría que llamarla con mas propiedad- es de origen familiar al decidir, en 1991, Adolfo Martín Andrés -hermano de Victorino separarse de su hermano en la gestión de la ganadería de la "A coronada", que hasta entonces habían llevado prácticamente al unísono. A Adolfo Martín, le correspondieron en la partición ciento quince vacas de puro origen "albaserrada", así como la cesión por tres temporadas de dos sementales de entre los mejores de la ganadería. Actualmente la vacada de Adolfo Martín se encuentra plenamente consolidada y a pesar de ciertas irregularidades, compite con la de Victorino Martín en las principales ferias de la temporada taurina.

 

Morfológicamente, como es lógico, el encaste "albaserrada" tira mucho mas hacia la línea de Saltillo que hacia la de Ibarra, aunque sobre todo en la vacada de Victorino Martín los toros están alcanzando últimamente una talla media superior al prototipo "asaltillado". Son estas reses de origen "albaserrada" animales serios de pitones, de cuerna veleta, lomo recto y morrillo poco prominente. El pelo que predomina en estos "albaserradas" es el cárdeno, dándose en
menor proporción el negro.

 

Son, por tanto, estas tres ganaderías -Victorino Martín, José Escolar y Adolfo Martín- las que en la actualidad albergan la herencia de la legendaria ganadería del Marqués de Albaserrada.

 

Señalar, que al contrario que otras ramas de Santa Coloma, la de los "albaserradas" se encuentra plenamente consolidada y goza del prestigio y respeto de los aficionados, que esperamos con pasión las diversas comparecencias de estas ganaderías.

 


COQUILLA (1916)

 

 

Francisco Sánchez, conocido como Paco Coquilla, fue un ganadero inteligente que supo anticiparse a sus colegas salmantinos e intuir que tanto el toro como el toreo de su época -primer cuarto del siglo XX- sufrirían toda una revolución con el triunfo del "belmontismo".

 

Consciente de ello, Paco Coquilla buscó en Sevilla un tipo de toro que le permitiera situarse en primera línea de los ganaderos del momento. Este toro lo encontró, a través del Marqués de Albaserrada, en la ganadería del Conde de Santa Coloma quién, en 1916, le vendía un importante lote de reses de ambos hierros. De entre este gran número de reses destacó sobremanera el semental de nombre "Jabato", sobre cuya regularidad se cimentó el éxito inmediato de la ganadería.

 

La selección efectuada por Paco Coquilla en su nueva ganadería, junto con las muy diferentes condiciones de aclimatación al campo "charro", influyeron en que el toro de Coquilla fuese un toro marcadamente "ibarreño", a pesar de la contradicción que suponía que buena parte del ganado que adquirió el ganadero salmantino perteneciese a la línea mas "asaltillada" de Santa Coloma.

 

Este hecho se explica por el poco tiempo transcurrido desde el cruce efectuado por el Conde de Santa Coloma, hecho que impedía que ambas líneas -Saltillo e Ibarra- hubieran fijado sus caracteres con claridad. Con esta clarividencia, propia de los grandes ganaderos, colocó en muy poco tiempo Paco Coquilla su vacada en primer lugar entre las preferencias de las figuras de su época, las cuáles -especialmente Marcial Lalanda- supieron apreciar la perfecta combinación de nobleza y casta lograda por el ganadero charro.

 

Desgraciadamente y por motivos económicos, Paco Coquilla tuvo que desprenderse muy rápidamente de su ganadería, enajenándola en 1935 en cinco lotes distintos que fueron a parar a los siguientes ganaderos: José María López, Hermanos Villagodio, Santiago Ubago, Alfredo Corrochano y Justo Sánchez. De estos cinco lotes, tan sólo uno, el de Justo Sánchez, se salvo con el tiempo de la extinción. De este lote, que Justo anunció a nombre de sus hijos, los hermanos Sánchez- Fabrés, se desgajó, en 1944, un pequeño lote compuesto por 85 vacas y tres sementales que pasó a manos de Jesús Sánchez Arjona de quién, después de su fallecimiento, lo heredan sus hijos, los hermanos Sánchez Arjona, siendo actualmente dirigida esta pequeña ganadería por Javier Sánchez Arjona y su hijo bajo la denominación de "Coquilla de Sánchez Arjona".

 

Del tronco inicial de la familia Sánchez Fabrés nada queda en la actualidad, pues parte fue trasladado a Brasil y México y otra parte fue enajenada a los ganaderos mexicanos Chafik y Miaja para su "experimento" ganadero de "San Martín".

 

Finalmente, otro de los lotes en que se dividía la vacada de los hermanos Sánchez- Fabrés, el de Dolores Sánchez-Fabrés, fue adquirido, en 1952, por otro de los más genuinos representantes del campo charro ganadero: José Matías Bernardos, "Raboso", quién supo mantener a sus "coquillas" en primera línea durante mas de 30 años. Durante este tiempo, "Raboso" construyó un toro sustancialmente más grande y "comercial" que sus ascendientes, algo que aprovecharon las "figuras" de este tiempo para anunciarse con ellos en las principales ferias.

 

Morfológicamente hablando el toro de "coquilla" es, en la actualidad, bastante parecido al que creara Paco Coquilla hace casi noventa años. Así, los "coquillas" siguen siendo animales bajos de agujas, degollados y bastante corpulentos, hecho este que les permite alcanzar sin problemas los 500 Kg. De peso incluso en novilladas, como hemos comprobado en las frecuentes y exitosas comparecencias de la ganadería de "Coquilla de Sánchez Arjona" en Zaragoza. Lógicamente, por su estirpe "ibarreña", el pelo predominante es estos toros es el negro, dándose en ocasiones algún ejemplar listón o chorreado. En cuanto a su comportamiento durante la lidia señalar que se trata de reses fundamentalmente encastadas, cuya nobleza presenta la característica de ir a mas durante la lidia. Son animales muy propicios para el triunfo de sus matadores siempre, eso sí, que se encuentren con lidiadores suficientemente preparados para hacerles frente.

 

Esta es, por tanto, la genealogía de un encaste incomprensiblemente marginal en la cabaña de bravo actual. Tristemente, hoy tan sólo la vacada de "Coquilla de Sánchez Arjona" mantiene esta legendaria sangre en pureza, a pesar de que poco a poco y por las exigencias del mercado ha ido reduciendo su producción hasta apenas una novillada anual. Por ultimo, señalar que también encontramos sangre "coquilla", aunque mezclada con otras líneas "santacolomeñas", en las vacadas de "San Martín", "Saltillo", Adolfo Rodríguezy "Los Tohales" entre otras.

 

GRACILIANO PÉREZ TABERNERO (1920)
En 1920, después de varios años tratando de encontrar una línea ganadera con reses de distintas procedencias, Graciliano Pérez Tabernero compra al Conde de Santa Coloma un lote de 130 vacas junto a dos erales elegidos en tienta -Cristalino y Mesonero- eliminando, al mismo tiempo, todo el ganado que mantenía de origen Veragua y Miura. La mayoría de hembras, así como los dos machos, adquiridos por Graciliano Pérez Tabernero pertenecían a la rama "ibarreña" de la ganadería de Santa Coloma, rama sobre la que se edificó el desarrollo posterior de este encaste. De los dos sementales que construyeron la ganadería destacó sobremanera el llamado "Mesonero" el cual, en sus 18 años de vida -murió en agosto de 1936-,engendró nada menos que 1150 crías, influyendo decisivamente en la consolidación de la ganadería.

 

De esta consolidación, da constancia el gran número de toros importantes que en muy pocos años lidió la ganadería de Graciliano Pérez Tabernero.

 

Entre muchos otros merecen destacarse los llamados "Segador" -que tomaba seis varas en 1926 en Madrid-, "Ligero" - premiado con la vuelta al ruedo en la misma plaza en 1925-, "Gorrión" -premiado, también, con la vuelta al ruedo en San Sebastián en 1929- o "Perdigón" -ganador en 1938 del premio a la bravura en la temporada mexicana-. Por el contrario, en la lista negra de toros de Graciliano Pérez Tabernero destaca el llamado "Fandanguero", autor en 1931 de la muerte de "Gitanillo de Triana".

 

Al finalizar la contienda civil, en 1939, Graciliano Pérez Tabernero vende la mayor parte de su ganadería al sevillano José Escobar Barrilaro -cuyos descendientes la mantienen en la actualidad en la mítica finca de Isla Mínima-, reservándose únicamente para si mismo 25 vacas y un semental así como el hierro y la divisa originales, comenzando de este modo a configurar una nueva ganadería. Los primeros ejemplares de esta nueva vacada saltaron al ruedo en 1943 en la corrida de la Asociación de la Prensa de San Sebastián. De este modo, y esta vez poco a poco, vuelve por segunda vez a situar Graciliano Pérez Tabernero su vacada en cabeza de las preferencias de la afición taurina de la época.

 

Tras su muerte, en 1957, su ganadería es dividida en cinco lotes, uno de los cuáles queda en propiedad de su viuda -Trinidad Nogales- mientras que los cuatro restantes van a parar a sus cuatro hijos. Tras sucesivas cesiones - Sánchez Ferrero, Germán Pimentel y Matías Sanromán el lote de Trinidad Nogales pasa, en 1973, a manos de Juan Luis Fraile, cuyos descendientes la mantienen actualmente en toda su pureza.

 

El resto de lotes en que se dividió la ganadería de Graciliano Pérez Tabernero, los correspondientes a sus hijos -Casimiro, Fernando, Graciliano y Guillermo- corrieron distinta suerte, siendo el lote de Graciliano (hijo) el único que pervive actualmente, aunque sea mínimamente, en la ganadería de Palomo Linares. El resto de los lotes que configuraban la ganadería de Graciliano Pérez Tabernero se extinguieron después de pasar por distintas manos.

 

Partiendo, por tanto, de una inequívoca impronta "ibarreña" se puede describir al toro prototipo de "graciliano" en la actualidad como un toro mayoritariamente negro -con algunos ejemplares bragados, meanos o entrepelados -y de talla mayor a la de otras ramas de Santa Coloma.

 

Así mismo las encornaduras presentan también un mayor desarrollo en este "encaste" que en sus hermanos, siendo reses bien armadas y astifinas, hecho este que ha servido para acrecentar el "temor" de los toreros a estos toros. En cuanto a su comportamiento durante la lidia destacar que hablamos de toros con "gasolina", de gran bravura en la suerte de varas y con las complicaciones propias de la casta. Quizás, como defecto más evidente se pueda evidenciar una aparente desigualdad en el comportamiento de estos toros, actitud esta inherente a la casta que poseen.

 

Por lo tanto, y por desgracia, estamos ante un encaste prácticamente extinguido que solo se mantiene en pureza en un puñado de ganaderías que encuentran múltiples dificultades para poder vender sus productos. Entre estas ganaderías destacaría la de Escobar, Palomo Linares y, sobre todo, la de Juan Luis Fraile.

 

Tristemente estas vacadas no se encuentran en su mejor momento y son muy pocos los festejos que lidian al cabo del año, generalmente en plazas de menor responsabilidad.

 

PÉREZ DE LA CONCHA (1925)
La ganadería de Pérez de la Concha puede ser considerada como uno de los patrimonios vivos más valioso de la cabaña de bravo mundial. Fundada en 1825 por Joaquín de la Concha y Sierra con ganado de origen "vazqueño" del sevillano Curro Blanco, esta ganadería es una de las que atesora mas antigüedad de las existentes en la actualidad.

 

En 1923, después de varias generaciones de éxitos ganaderos, la vacada pasa a manos de Joaquín y Enrique Pérez de la Concha, los cuáles entendieron desde el primer momento la necesidad de sustituir la vieja sangre "vazqueña" por otra mas adecuada para los nuevos "aires" que comenzaban a soplar en la Fiesta. De este modo los hermanos Pérez de la Concha volvieron la mirada hacia la ganadería de Santa Coloma de la que adquirían en 1925 un lote de vacas y un semental. En un primer momento los hermanos Pérez de la Concha se centran en lidiar novilladas para poder así ir conociendo mejor la evolución de la ganadería.

 

Con el paso de los años y poco a poco la ganadería vuelve a primer plano de protagonismo y durante la década de los años treinta es demandada por figuras de la talla de Marcial Lalanda o Villalta, entre otros. Posteriormente y pasada la contienda civil los hermanos Pérez de la Concha refuerzan con distintas adquisiciones la línea "santacolomeña" de una ganadería que continua siendo reclamada por los principales matadores de la época, tales como Arruza o Domingo Ortega. Finalmente y tras el fallecimiento, en 1975, de Enrique Pérez de la Concha la ganadería pasa a manos de su viuda Carmen Martínez de la Concha, momento que coincide con la práctica desaparición de la ganadería del circuito de novilladas que frecuentaba en los últimos años. Desde entonces y hasta la actualidad en que la ganadería acaba de pasar a manos de Ignacio Huelva -propietario asimismo de la vacada de "Hernández Plá" y parte de la de "San Martín"- los "perezdelaconcha" han permanecido prácticamente "hibernados" alejados de cualquier cruce o mezcla que pudiera diluir su pureza "santacolmeña". Este hecho, sin duda, les confiere un atractivo único, haciendo apasionante la esperanza de poder disfrutar en breve con su presencia en los ruedos.

 

En cuanto a su morfología señalar que estas reses guardan cierto parecido con la línea mas asaltillada del encaste "santacolomeño", aunque aparentan estar muy poco evolucionadas al haber permanecido prácticamente "vírgenes" durante treinta años. En todo caso son reses mas altas de agujas, con caras más alargadas y de pobres encornaduras.

 

Por todo lo dicho anteriormente hablar de comportamiento en esta ganadería resulta prácticamente imposible, si bien se presupone que se trata de reses muy encastadas, quizás algo dificultosas para la práctica del toreo moderno. Confiemos que el nuevo propietario de esta ganadería pueda devolverla al lugar que ocupó durante muchos años y que además mantenga la tradición de marcar el hierro en el costillar y el número en la parte superior del anca trasera de las reses.

 

BUENDÍA (1932)
Anteriormente daba cumplida explicación de los detalles de la adquisición, en 1932, de la vacada de Santa Coloma por parte del ganadero sevillano Joaquín Buendía, en poder de cuya familia se mantiene todavía el legado ganadero del Conde de Santa Coloma. Como es bien conocido, la mano de la familia Buendía modeló de manera magistral un "santacoloma" acorde con la fiesta de la época que les tocó vivir consiguiendo, de esta manera, mantenerse en primera línea durante mas de cincuenta años. Lógicamente, este hecho despertó el interés de múltiples criadores de bravo de todo el mundo taurino que volvieron su mirada hacia la casa Buendía en busca de casta nueva para sus ganaderías. Así, a partir de la década de los sesenta son mas de cincuenta las vacadas que bien se forman nuevas o bien son renovadas total o parcialmente con reproductoras y sementales originarios de la ganadería de Buendía.

 

Desgraciadamente, y por similares motivos a los arriba expuestos para otras ramas de Santa Coloma, de la importante cantidad de ganaderías poseedoras entre las décadas de los sesenta y los ochenta -auténtica "edad de oro" del "buendía" en nuestro país- de reses de esta procedencia hoy tan sólo quedan un puñado de ellas, habiendo cedido el resto ante la imposibilidad de poder comercializar dignamente sus productos.

 

De entre estas últimas merecen destacarse por su importancias las de Guadaria -renovada con "jandillas"-, Auxilio Holgado -desaparecida-, "La Guadamilla" -ha incorporado ganado de origen Domecq-, María Lourdes Martín - renovada con reses de origen "atanasio"-, Martínez Elizondo -extinguida-, Sotillo Gutiérrez - ha incorporado inválidos de Domecq- o, entre otras muchas, la de José Vázquez.

 

Entre las que todavía aguantan el tipo se pueden destacar, por su importancia, las de Ana Romero -casi la única que medio aceptan las "figuras"-, Flores Albarrán, Germán Gervás, Hernández Plá -ganadería de gran prestigio entre la afición más "torista"-, "La Fresneda", "Los Camino" -vacada propiedad del maestro Paco Camino-, Alipio Pérez Tabernero, "Hoyo de la Gitana", Hnos. Clemares, "Río Grande" y "Terrubias". Estas, junto a un puñado mas de ganaderías, son la herencia actual de la simiente sembrada por la familia Buendía durante mas de setenta años de trayectoria ganadera.

Ojalá, por el bien de la Fiesta, sigamos disfrutando por muchos años de la presencia en los ruedos de los toros y novillos del encaste que hace cien años creara ese romántico que fue el Conde de Santa Coloma

 


Los "santacolomas" se presentaron en Madrid el 17 de mayo de 1906 con un encastado encierro en el que destacó sobremanera el toro de nombre "Azafrán".

 

Casi desde el principio estas reses "santacolomeñas" se ganaron un hueco en el gusto de la afición taurina de todo el país por su comportamiento aguerrido y vibrante, características estas que las hicieron ser poco apetecidas por una mayoría de matadores, los cuales, en cuanto podían, rehusaban acartelarse con la ganadería de Santa Coloma.

 

Excepción significativa a este hecho fue la de "Joselito", que fue uno de los pocos toreros que nunca le hizo ascos a estos toros llegando a encerrarse en Sevilla, el 30 de septiembre de 1915, con seis "santacolomas".

 

A uno de estas reses, de nombre "Cantinero", le cortaba el maestro de Gelves la primera oreja concedida en esa plaza. Entre las reses mas conocidas de las lidiadas por esta ganadería bajo la propiedad del Conde podemos señalar nombres como los de "Toronjito", "Venadito", "Pitillero", "Relámpago", o el más famoso en esta primera época de la ganadería: "Bravío", lidiado y estoqueado en Madrid el 11 de mayo de 1919 por el matador "Saleri II".

 

Asimismo es reseñable en la formación de este encaste el hecho de que, muy pronto, y a través de la selección, el Conde de Santa Coloma fue limitando la presencia de la sangre "asaltillada" en la ganadería, primando en mayor medida la casta "ibarreña".

 

Las razones de esta decisión pudieran encontrarse en la mayor irregularidad del origen "saltillo" así como su influencia negativa en cuanto a la morfología y el trapío de la ganadería.

 

Fruto de esta decisión, en 1913 el Conde cedía la parte mas "asaltillada" de su ganadería a su hermano, el Marqués de Albaserrada, el cual, a partir de este ganado, daba forma a una ganadería de la que deriva el actual encaste de igual nombre.

 

Finalmente, tras casi veinte años de exitosa trayectoria ganadera, nuestro protagonista, el Conde de Santa Coloma, enfermo y prácticamente arruinado se ve en la obligación de desprenderse de su tesoro ganadero, vendiéndolo en 1932 al ganadero sevillano Joaquín Buendía, cuya familia sigue manteniendo en la actualidad la preciada herencia "santacolomeña" de aquél lúcido ganadero que fue el Conde de Santa Coloma.

 

BUENDÍA NOBLEZA "ASALTILLADA"
La primera decisión que toma Joaquín Buendía tras hacerse cargo, en 1932, de la ganadería de Santa Coloma es trasladar todas las reses hasta las fincas denominadas "Bucaré" y "El Reboso", situadas en las localidades sevillanas de Alcalá de Guadaira y Palma del Río.

 

Como es lógico el nuevo ganadero es plenamente consciente del mal momento en que se encuentra la ganadería, lo que le obliga a efectuar una rigurosísima selección que hace que el número de sementales y reproductoras de la vacada se reduzca considerablemente. Inicialmente el nuevo ganadero se mantuvo sin lidiar prácticamente nada durante mas de cinco años, llegando algunos años a mandar al matadero casi cien toros. Por fin, en 1937, reaparece en diversas plazas de escasa responsabilidad, aunque no es hasta la mitad de los años cuarenta cuando los resultados de su trabajo comienzan a dar un fruto positivo.

 

Es en estos primeros años cuando Joaquín Buendía comienza a modelar un tipo de toro bastante diferente al que recibió del Conde de Santa Coloma. Este es un punto algo polémico pues existen aficionados que achacan a la familia Buendía el haber reducido sustancialmente el trapío y el peso de los toros heredados del conde. En todo caso, lo que resulta incuestionable es que en manos de sus nuevos propietarios la ganadería giró claramente hacia una línea mas "asaltillada", reduciendo considerablemente el volumen y las defensas de sus productos y dotando a estos de una mayor nobleza y regularidad.

 

De todos modos, resulta evidente que este cambio ayudó a que estos nuevos "santacolomas" fueran aceptados por los toreros de una fiesta muy distinta, no lo olvidemos, a la de las primeras décadas del siglo XX. Este cambio del que estamos hablando fue edificado bajo la influencia de un primer semental de nombre "Rivero", herrado, todavía, con el hierro de Santa Coloma. A partir de este otros muchos sementales fueron los encargados de fijar los caracteres de estos nuevos "santacolomas buendías", entre los que podemos citar nombres como los de "Lisito", "Olivero"
o "Calesero".

 

La ganadería de Joaquín Buendía se presenta en Madrid un 27 de junio de 1943 en un cartel en el que se acartelaban los hermanos Pepe y Antonio Bienvenida y "El Andaluz".

 

Cinco de los seis toros lidiados esa tarde resultaron ovacionados en el arrastre, destacando sobremanera un animal llamado "Turquesito". Posteriormente, en 1948, la ganadería de Buendía regresa a "Las Ventas" con otra buena corrida de toros ante la que se anuncian los diestros Martín Vázquez, "Parrita" y "Rovira" y en la que se lidia un gran toro de nombre "Tejas".

 

Finalmente, también en la monumental madrileña se lidia un 16 de mayo de 1950 otro gran "buendía", cárdeno de capa, de nombre "Balconero".

 

A los cambios morfológicos ejecutados por Joaquín Buendía en su ganadería le acompañaron, casi desde el primer momento, modificaciones sustanciales en el comportamiento de sus reses durante la lidia. Los "buendías" siguieron siendo, como sus antecesores, toros bravos y de respeto, serios en su pelea en varas y muy encastados durante toda la lidia.

 

Pero en manos de su nuevo propietario ganaron en "calidad" y regularidad en su comportamiento además de añadir la transmisión y el "ir a mas" en sus embestidas.

 

En el aspecto negativo resaltar que desde el primer momento comenzaron a aparecer en la ganadería los clásicos "distraídos", toros que salían de los muletazos con la cara alta, como desorientados. En cuanto a las capas mas características en la ganadería de Joaquín Buendía las principales fueron las negras, en aquellas reses de origen "ibarreño", y las cárdenas en diversos matices en las reses de simiente "asaltillada". Muy rara vez solían aparecer las capas tostadas y las berrendas en cárdeno, aunque eran numerosos los accidentales que "adornaban" a estas reses.

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